Se endurecen las reglas: conseguir las ‘cinco estrellas’ de seguridad será más complejo desde 2026
Se endurecen las reglas: conseguir las ‘cinco estrellas’ de seguridad será más complejo desde 2026
La vara de la seguridad automotriz se eleva una vez más. A partir de enero de 2026 y con vigencia hasta finales de 2029, la obtención de la máxima calificación de ‘cinco estrellas’ en los tests de seguridad se tornará significativamente más exigente. Esta noticia pone en alerta a fabricantes y a la expectativa a los consumidores, que verán cómo los estándares de protección vehicular buscan un nuevo nivel.
¿Qué implica este cambio?
Históricamente, las 'cinco estrellas' representan el pináculo en seguridad pasiva y activa que un vehículo puede ofrecer, según los diversos organismos evaluadores. Sin embargo, con la evolución constante de la tecnología y una mayor conciencia sobre la siniestralidad vial, estos baremos necesitan adaptarse. La nueva normativa implica que los vehículos deberán incorporar sistemas de seguridad más avanzados y demostrar un rendimiento superior en pruebas de impacto para alcanzar la codiciada puntuación.
Para el mercado argentino, donde la discusión sobre la seguridad vehicular es una constante, este anuncio no es menor. Si bien los criterios suelen ser globales o regionales, su aplicación impacta directamente en la oferta local, tanto de modelos producidos en el país como de los importados. Los fabricantes deberán revisar sus plataformas, equipamiento y posiblemente encarecer algunos procesos para cumplir con los nuevos requisitos, lo que podría verse reflejado en el precio final de los vehículos.
Un desafío para las automotrices, ¿un beneficio para el bolsillo?
Este escenario plantea un doble filo. Por un lado, la exigencia de mayores niveles de seguridad es, sin dudas, una buena noticia para el conductor y los ocupantes. Autos más robustos, con asistencias a la conducción de última generación y mejores estructuras significan mayor protección ante un eventual accidente. Por otro lado, la adaptación a estas nuevas reglas no será gratuita para las marcas.
La inversión en investigación y desarrollo, la incorporación de nuevas tecnologías (como asistentes avanzados a la conducción, más airbags o estructuras de carrocería reforzadas) y los costos de homologación suelen trasladarse, al menos en parte, al consumidor. En un un contexto económico como el argentino, donde el precio de los vehículos ya es un factor determinante, habrá que ver cómo se digiere este incremento de estándares sin que se convierta en una barrera insalvable para el acceso a modelos más seguros.
En definitiva, se vislumbra un futuro donde la seguridad automotriz será aún más prioritaria, empujando a la industria a superarse. Pero, como siempre en estas pampas, la pregunta que resuena es: ¿estamos listos para pagar el precio de esa mayor tranquilidad al volante?
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